miércoles, 16 de diciembre de 2015

Un cuerpo saludable

Tu cuerpo físico y tu espíritu son propiedad de Dios. ¿Por qué? Porque Cristo Jesús pagó por ellos.
El dio Su vida en precio de tu rescate.

"Porque habéis sido comprado por precio; glorificad, pues, a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales son de Dios."  (1° Cor. 6:20)

Ya no tenemos derecho de hacer lo que se nos da la gana con nuestro cuerpo y espíritu como hicimos antes de ser cristianas.
No podemos fornicar, ni tomar drogas perniciosas, alcohol en exceso, ni fumar, y ni siquiera comer demasiado, lo cual es también dañino. No es que algunas de estas cosas sean malas en sí mismas, sino que son destructivas para la propiedad de Cristo, su cuerpo, y Él tiene las respuestas adecuadas de por qué no debemos de practicar tales cosas.

No debemos adulterar más en nuestros espíritus con los horóscopos, las predicciones de suerte o los falsos cultos. Aunque parezcan inofensivos, son engañosos y dañinos, y no debemos de practicarlos porque nuestros espíritus ahora pertenecen a Cristo y Él ha escogido la mejor manera para que desarrollemos nuestros espíritus.
El precio que Él pagó por vos y por mí, querida Amiga fue grandioso, y Él ha determinado conformar tu cuerpo y tu espíritu a Su misma imagen. Pero nunca podrá hacerlo en forma total si le opones resistencia.

No es que Dios nos llena de reglas para cómo vivir: no beber, no fumar, no hacer ésto o aquello. Dios nos da formas de santidad que van por encima de estos vicios superficiales que he mencionado. Una vez que el Señor Jesucristo posee tu espíritu, estas cosas se caen por sí solas, como las hojas en otoño. 
A medida que avanzas en Su palabra te darás cuenta en forma más profunda de que eres de Su propiedad y que has renunciado a tus derechos personales, el pecado ya no es algo cuestionable.

Pon tu espíritu a tono según la voluntad de Dios. Has todo lo posible para mantener tu cuerpo saludable; y de esta manera traerás gloria al nombre de Dios.


   

lunes, 14 de diciembre de 2015

Sometidas a Su Espíritu

El espíritu del mundo es una presencia real porque se le compara con el Espíritu Santo de Dios de quién sabemos que es una Persona. 

"Y nosotros no hemos recibido el espíritu del mundo, sino el Espíritu que proviene de Dios..."   (1° Cor 2:12)

¿Cómo tratar de forma efectiva con este espíritu del mundo?¿Cómo opera en nosotras de manera que nos hace vivir como sino hubiésemos recibido el Espíritu Santo?
El espíritu del mundo entra en nuestras vidas de muchas maneras y podemos ilustrarlo haciéndonos esta pregunta: ¿Qué valor damos a las cosas que forman el círculo alrededor del cuál nos movemos? Nuestros hábitos, nuestras posesiones,o falta de ellas, ¿Indican acaso si estamos llenos del Espíritu Santo o del espíritu del mundo?

En nuestro mundo hay muchas cosas fabulosas.
Están presentadas como las últimas innovaciones salidas del intelecto humano y la respuesta definitiva para todos los problemas domésticos. A menudo nos preocupamos mucho sobre a qué escuela mandar a nuestros hijos, o en qué negocio, tienda comprar y cómo comprar mejor, pero olvidamos de pedir a Dios que sea Él quién haga esas decisiones. El espíritu del mundo nos ha aturdido.

Ya que hemos recibido al Espíritu Santo, querida Amiga, por la fe, hemos de pedir a Él consejo y sabiduría. Él es la fuente y la norma suprema de toda decisión.  De esta manera, el espíritu del mundo queda bajo la autoridad de nuestro Señor y podemos usar las cosas buenas del mundo para nuestro beneficio, sin permitir que sean ellas quienes nos manejen a nosotras. 
Esta es la manera en que dejaremos obrar con libertad al Espíritu de Dios.