martes, 26 de enero de 2016

Probándonos ante el Señor

El pasaje que estaré compartiendo hoy, está dirigido a cristianos, no se trata del tema de examinarse a ver si uno es salvo o no lo es. No, este examen es una búsqueda interior de todos los rincones y escondrijos del alma.

"Por tanto, pruébese cada uno a sí mismo, y coma así de pan, y beba de la copa."  (1°Cor. 11:28)

¿Dónde estás viviendo hoy, querida Amiga? ¿Aparte en las cosas del Señor o aparte en el mundo de placer y pecado? ¿Estás en rebelión y desobediencia?

El auto-examen ha de ser una experiencia diaria. No es un rápido chequeo mientras las cabezas están inclinadas y los ojos cerrados en la oración antes de participar en la Cena. El comer de ese pan y beber de esa copa nos hace responsables de nuestro andar cotidiano. Este auto-examen no involucra a nadie sino a nosotras. No tiene la intención de evaluar la conducta de su hermana en la fe, de su esposo o el pastor. No implica las circunstancias e injusticias. No incluye sus propias opiniones o cómo deberían haber sido las cosas. Tampoco toma como factor atenuante la obra de Satanás en su vida. Este examen es estricta y únicamente para cada una de nosotras.

Es Satanás, quién trae a nuestra memoria las cosas que suponemos nos impiden ser como quisiéramos cuando nos examinamos delante del Señor. Hemos de decirle como Él nos enseñó en la tentación: "Apártate...! Y volver la mirada sobre nosotras mismas!"
¿Ha sido real en tu vida el sacrificio del Señor en el día de hoy? ¿Puede ver pecado, oscuridad, o falta de amor en lo profundo de tu ser? Cuando tu espíritu está a tono con el Espíritu de Dios, tu vida exterior lo manifiesta. No hay entonces necesidad de buscar otros recursos, pues tendrás una vida victoriosa delante de Dios y de los hombres. Tu vida será una magnífica y hermosa revelación de Cristo. El pan y el vino serán una bendición, y adquirirán un significado especial para tu espíritu.
Come y bebe dignamente de Él quien es TODO para cada una de nosotras. 

.Patricia.


viernes, 22 de enero de 2016

Dispuestas a no fallar

Los cristianos comemos el pan y bebemos el vino en la Cena del Señor que es una representación y recordación del Maravilloso sacrificio hecho a nuestro favor del Señor Jesús.

"De manera que cualquiera que comiere este pan o bebiere esta copa del Señor indignamente, será culpado del cuerpo y de la sangre del Señor"  
(1° Cor. 11:27)

A menos que estos actos sean manifestados en nuestra vida diaria, y en las maneras más prácticas, carecerán de valor. De hecho, en lugar de ser dignos, serán indignos a los ojos de nuestro Señor.
La indignidad produce culpa. Cada mujer cristiana que no está viviendo y andando en el Espíritu no está recordando al Señor Jesús y la culpa se acumulará sobre su cabeza como una pesada piedra. Será culpable de fallar ante el Señor y ante los otros miembros del Cuerpo de Cristo, así como también ante un mundo sediento y necesitado de salvación.

¡Cuán preocupadas estamos con las reglas, rituales y tradiciones al ministrar la Cena del Señor en nuestras iglesias! Pero que despreocupadas y poco ocupadas somos cuando se trata de vivir ese hecho en nuestras situaciones cotidianas. ¿Sabías que presentar tu hogar limpio y ordenado ante el Señor es recordar Su muerte? Esto es así porque prueba que querida Amiga te has posesionado hasta tal punto de esa muerte que prácticamente hablando, los demás pueden ver los resultados en tu vida y tu hogar.
Este es también un ministerio espiritual.

Cada cristiana tiene el mandamiento de manifestar prácticamente el cuerpo y la sangre de Cristo.
¡Hagamos que nuestro servicio a Él sea de mejor calidad espiritual!

.Patricia.


miércoles, 20 de enero de 2016

Hasta que Él venga

La muerte de Cristo nunca ha de ser olvidada. Nunca lo ha sido en estos casi 2000 años, desde aquel día en el aposento alto. La transacción más poderosa que tuvo y tendrá en este universo, ocurrió el día aquel en la cruz del Calvario.

"Así, pues, todas las veces que comiéreis este pan, y bebiéreis esta copa, la muerte del Señor anunciáis hasta que Él venga."  (1°Cor. 11:26)

La sangre de Cristo nunca perderá su poder. Todavía puede librarnos del pecado. Nunca ha cambiado en su intensidad para sanar cuerpos y almas.
La sangre es la misma esencia de la vida eterna, pues la vida comienza en realidad cuando querida Amiga te arrepientes delante del Señor y lo aceptas como tu Salvador.

Juntos tenemos el pan y el vino, los cuales serán para siempre Sus emisarios de vida, victoria y salud espiritual. Estos dos elementos representan Su Cuerpo y Su Sangre. ¿Te das a ti misma tan abiertamente como Cristo se dio? ¿Funcionas como el pan partido y el vino derramado para saciar el hambre y la sed de los demás?¿Puede el mundo ver al Señor Jesucristo en ti?
Has de manifestar y testificar de Su muerte hasta que Él regrese otra vez. 
Y eso incluye el acto de muerte en su propia persona. El ego debe morir diariamente para que pueda manifestarse la verdadera vida.

¡Cuán precioso es que antes de que el Señor muriera, Él prometió volver!
Esa es una promesa incondicional. No depende de nada ni de nadie. 
¡Él vendrá otra vez! Él volverá tal como lo prometió y nosotras testificaremos de Su muerte en nuestras vidas hasta ese momento glorioso.
Nosotras somos parte de aquel pan y de aquel vino.

.Patricia.






miércoles, 13 de enero de 2016

En Mí memoria

Si cada una de nosotras fuésemos una uva individual y separadas del racimo, nunca podríamos producir vino. Debemos pasar por el proceso de refinamiento y mezcla que hace el Espíritu Santo.

"Asimismo tomó también la copa, después de haber cenado, diciendo: -Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre; haced esto todas las veces que la bebiéreis, en memoria de Mí"  (1° Cor. 11:25)

No importa cuán cerca pudieran estar las uvas (hay muchas iglesias que se encuentran muy cerca, en la misma zona), pero sin ser aplastadas nunca podrían verter su contenido. Su piel debe ser rota. La pulpa debe aplastarse, y a menos que cada uva sea añadida y mezclada con las demás, el jugo que daría sería caso imperceptible.

En una forma muy real, nosotras como el Cuerpo de Cristo, debemos estar unidas para satisfacer la sed del mundo. El Señor compara al vino con Su sangre que fue dada para nuestra salvación. 
Viendo el proceso difícil mediante el cual se produce el vino, nos podemos dar cuenta de el proceso agonizante que produjo la sangre de Jesús que nos redime.

Cada vez, querida Amiga que nos demos al Cuerpo de Cristo en todo el mundo, estaremos recordando al Señor Jesucristo. Cada vez que cooperamos, ayudamos, nos unimos y traemos paz donde hay discordia, estamos derramando aquel rico vino para un mundo sediento.
En pocas palabras, estamos recordando lo que en realidad significa la sangre de Cristo y lo que ha hecho en nuestras vidas.
"Todas las veces que la bebiéreis...". La Cena del Señor se celebra con cada acto de amor que se hace en Su nombre.
Celebremos también así la Cena del Señor con más frecuencia.

.Patricia.




jueves, 7 de enero de 2016

Compartir es dar vida

El Señor estaba dando gracias por su cita con la muerte. El estaba agradeciendo a Dios por Su propio cuerpo que pronto experimentaría el quebrantamiento de la crucifixión.

"Y habiendo dado gracias, lo partió, y dijo: -Tomad, comed; esto es mi cuerpo que por vosotros es partido; haced esto en memoria de Mí."  (1°Cor. 11:24)

Eso significaba las espinas en la carne, la vergüenza, la burla dolorosa de sus amigos y los tres días en la tumba. El dio gracias a Dios al romper aquel trozo de pan. Literalmente, estaba rompiendo Su propio cuerpo.

Entonces el Señor compartió Su cuerpo partido. Dio a cada persona un trozo de pan como una representación de todo lo que El haría y sería para ellos.
El pan nos hace pensar también en nosotras como frágiles mujeres ya que para nuestro proceso, se necesita seguir ciertas etapas sumamente significativas.
Dios envía las lluvias y el calor del sol para estimular el grano de trigo que yace en la tierra. Este crece fuerte con el paso del tiempo, soportando las tormentas y a los ataques de los insectos, hasta llegar a la madurez. El trigo se corta y se pulveriza hasta obtener la harina.
La harina se mezcla con aceite y agua con sal y se le pone levadura, horneándolo después a altísimas temperaturas. Así sale el pan.

Para ser comido el pan ha de romperse. La muerte de Cristo fue un quebrantamiento que sería experimentado por todas nosotras. Querida Amiga, nos identificamos con esta muerte cada vez que tomamos un trozo de pan en el nombre de Jesús.
Es un hermoso símbolo de Sí mismo - no sólo de Su muerte- sino también de toda su vida y del Dador de la vida.

.Patricia.



miércoles, 6 de enero de 2016

Dios sabe todas las cosas

Difícilmente pueda experimentarse un sentimiento más doloroso que ser traicionada por un hermano o hermana en Cristo mediante un chisme o un abuso de su amistad.


"Que el Señor Jesús, la noche que fue entregado, tomó pan."  (1°Cor. 11:23)

Cuando nos damos cuenta que nuestra mejor amiga ha dicho cosas en contra nuestra a otra persona nuestras emociones se desequilibran y nuestro corazón parece hacerse añicos. Nos inunda la humillación, la indignación, confusión y finalmente el odio. Esto se da especialmente cuando aquella amistad había sido íntima y se habían compartido cosas secretas, que al ser expuestas ante otros, son tergiversadas y malentendidas. La traición puede paralizarnos por días y aún semanas si no es perdonada.

El Señor Jesús estaba perfectamente consciente de que era traicionado, cuando tomó el pan. La traición hecha por uno de sus discípulos escogidos no le alteró ni estorbó que cumpliera con sus funciones, Él continuó con las actividades de la vida con calma y seguridad de que Su Padre sabía todas las cosas y tenía cuidado de Él. Y esa traición no era solamente un poquito de chisme, sino con ella acarreaba la pena de muerte.

Tomemos el ejemplo de nuestro Señor. El no se detuvo por la acción impropia y cruel de Judas. Analicemos nuestra situación cuando nos toque vivir un caso de traición o infidelidad en forma personal: quizás fuimos nosotras las que estuvimos mal. Entonces confrontemos la situación ante Dios y tratemos el asunto abiertamente.
Debemos entregarlo por entero a Dios y dejarlo allí. Déjalo en las manos de Dios y perdona a la hermana que te jugó esa mala pasada. Querida Amiga, hallarás que tu puedes continuar con tus actividades normales irradiando Su amor y edificando a otros que no conocen el tesoro de la amistad.

.Patricia.


martes, 5 de enero de 2016

Resplandece en tú lugar

Pensemos un momento y preguntémonos dónde está nuestro llamamiento. ¿Eres casada o soltera? ¿Tienes hijos, o una carrera, o ambos? 
¿Estás sirviendo al Señor tiempo completo o estás pidiendo guía para saber qué hacer?¿ De qué país eres?...

"Cada uno, hermanos,  en el estado en que fue llamado, así permanezca para con Dios."  (1°Cor. 7:24)

No importa de que manera hayas contestado las preguntas anteriores, esos factores determinan dónde te ha colocado el Señor.
Cualquiera de esas situaciones puede sufrir un cambio, pero ahora mismo, estás donde estás por la Gracia de Dios.
Cada experiencia que pasamos, nos condiciona y fortalece para las experiencias venideras. El hecho de que hayas nacido en determinado país no es un accidente, no importa los problemas que puedas tener.
Tienes un camino marcado por Dios y debes brillar allí. 

Debes esparcir la buena semilla a tu nación, ciudad, barrio y a toda tu familia. Tu ciudadanía real está en los cielos, pero ahora querida Amiga eres una misionera para todos aquellos a quienes tienes y debes alcanzar más fácilmente.

Esas personas tienen una posición social, intereses, características y nacionalidad muy similar a la tuya. Has uso de todos esos factores dados por Dios para florecer allí mismo donde Dios te ha plantado. 
Nadie puede ser más efectiva que tú, hoy mismo, allí donde te encuentras.

¡Y dondequiera que estés hoy día, Dios te amonesta a permanecer y actuar por Él y en Él!

.Patricia.